El proceso para comenzar una relación de asesoría en inversiones implica varios pasos clave que aseguran una estrategia ajustada a las necesidades individuales del cliente.
Entrevista inicial
Es la base para el desarrollo de la relación entre el consultor y el cliente. Durante esta fase, el consultor busca obtener una comprensión completa de la situación financiera del cliente y de sus metas. Se discuten aspectos como los objetivos de inversión, los ingresos, los gastos, los activos actuales y las deudas. El propósito es construir una imagen clara que permita al consultor ofrecer un asesoramiento personalizado y eficaz.
Análisis de objetivos financieros
En base a la información recopilada durante la entrevista inicial, el consultor realiza un análisis profundo de los objetivos financieros del cliente que persigue identificar las metas a corto, medio y largo plazo del inversor.
Evaluación de necesidades y objetivos
La evaluación de necesidades y objetivos implica entender qué busca conseguir el cliente con sus inversiones. Puede tratarse de ahorrar para la jubilación, adquirir una propiedad, financiar la educación de los hijos o cualquier otra meta financiera. El consultor elabora una lista detallada de estos objetivos para poder priorizarlos adecuadamente.
Tolerancia al riesgo
Es fundamental determinar la tolerancia al riesgo del cliente para diseñar una estrategia de inversión adecuada. La tolerancia al riesgo varía de una persona a otra y depende de factores como la edad, el horizonte temporal de las inversiones y la situación económica familiar. Por ejemplo, los inversores más jóvenes pueden estar dispuestos a asumir riesgos mayores en la búsqueda de rendimientos más altos, mientras que alguien próximo a la jubilación podría preferir opciones de inversión más conservadoras.
Desarrollo de la estrategia de inversión
Una vez definidos los objetivos y la tolerancia al riesgo, el consultor desarrolla una estrategia de inversión personalizada. Esta estrategia se basa en una combinación de diferentes tipos de activos, seleccionados para equilibrar el riesgo y el rendimiento según las preferencias y necesidades del cliente.
El desarrollo de la estrategia incluye la elección de productos financieros como acciones, bonos, fondos de inversión y otros vehículos que se ajusten al perfil del inversor. También se hace hincapié en la diversificación, para reducir el riesgo asociado a cualquier inversión específica.
Ejecución y Seguimiento de la Estrategia
Con la estrategia definida y acordada, el siguiente paso es la ejecución de las transacciones necesarias para implementar el plan de inversión. Esta fase implica la compra y venta de activos, y la configuración de cualquier mecanismo automatizado que se haya diseñado para gestionar la cartera del cliente.
El seguimiento es una parte crítica del proceso, ya que los mercados financieros son dinámicos y pueden cambiar rápidamente. El consultor monitoriza continuamente el rendimiento de la cartera y realiza ajustes periódicos para asegurar que sigue alineada con los objetivos del cliente. Esto puede incluir la revalorización de assets, la redistribución de fondos o la toma de decisiones clave basadas en nuevas condiciones de mercado o cambios en la situación personal del cliente.